Valorizamos residuos

La gestión de los residuos

La gestión de los residuos​

Los residuos, estos tesoros ignorados, pueden encontrar una nueva vida o convertirse en valiosos recursos, aunque ya no nos sirvan a nosotros. ¡Hagámoslos circular!

¿Residuos, o recursos?

Los recursos naturales del planeta son limitados. Durante mucho tiempo se han extraído y desperdiciado de forma excesiva y muchas de estas materias primas se están agotando. Se ha llegado a esta situación a causa del modelo de consumo de producir-usar-tirar que ha ido en aumento en las últimas décadas.

En contraposición, tenemos el modelo de economía circular, basado en evitar generar residuos y en prolongar la vida útil de los materiales, reduciendo la extracción de recursos naturales, fomentando la reutilización de objetos y la recuperación de materiales a través de tratamientos de valorización y reciclaje. En definitiva, reaprovechar las materias primas ya extraídas de forma infinita, aunque sea con formas o usos distintos.

La adecuada gestión de los residuos es fundamental para cuidar nuestro entorno y preservar el medio ambiente. Si no reciben un tratamiento adecuado, pueden ocasionar contaminación y daños irreversibles en la naturaleza. Se deben separar los residuos y depositarlos en los contenedores correspondientes, para facilitar su reciclaje y tratamiento posterior. Así, se contribuye a ahorrar recursos naturales y energía, reducir la cantidad de basura que llega a los vertederos y disminuir el impacto ambiental.

Las conocidas R de la sostenibilidad —reducir, reutilizar, reciclar— se representan de forma más técnica en esta pirámide invertida conocida como la Jerarquía de gestión de residuos. Se muestra en forma de embudo porque cada etapa es más importante y prioritaria que la siguiente.

Se trata de una serie de pasos secuenciales que se han establecido para manejar los residuos en forma eficiente y mitigar su impacto ambiental. En primer lugar, es necesario priorizar la prevención de la generación de residuos, a través de la reducción en origen. Por ejemplo, se reducen residuos con la elección de diseños y materiales a la hora de su fabricación, con producción y consumo de proximidad, con el uso de artículos de segunda mano, la reutilización creativa o el compostaje doméstico.

Si la generación de residuos no se puede evitar, el siguiente paso es la reutilización de aquellos materiales que todavía pueden tener un valor útil. El éxito de este paso tiene que ver con fases previas, como la forma en que está diseñado y fabricado el producto y los materiales de los que está hecho.

A continuación, es necesario priorizar el reciclaje, donde los residuos se transforman nuevamente en materias primas para la producción de nuevos productos. La mayoría de los materiales son recuperables. La separación de residuos en origen —la recogida selectiva— facilita que los productos y materiales lleguen en mayor cantidad y mejores condiciones a las plantas de tratamiento y, por tanto, el reciclaje sea de mejor calidad.

Si no es posible reciclarlos, es necesario tratarlos de forma adecuada mediante procesos de valorización, buscando minimizar su impacto en el medio ambiente. Entre estos tratamientos se encuentra la valorización energética, que es la actividad principal de SIRUSA; se trata de aprovechar el calor de los residuos para producir energía térmica y eléctrica, además de otros subproductos valorizables.

Finalmente, solo cuando no existen otras opciones de recuperación de los materiales, es necesario recurrir a la eliminación, que es la disposición final de los residuos a vertederos. Las directivas europeas establecen que es necesario minimizar este camino, ya que es el tratamiento de residuos que genera más emisiones de CO₂.

Los residuos generados en las actividades cotidianas en los entornos urbanos son los residuos municipales. Estos pueden ser de origen doméstico, de limpieza viaria, comercial o industrial ligero (que tienen una baja cantidad de componentes tóxicos o contaminantes). Gestionar adecuadamente los residuos contribuye a reducir su impacto ambiental y promover una economía circular de los materiales.

Los desechos domésticos son los que se producen en los hogares, generalmente formados por cosas que ya no se utilizan. Pueden ser de tipos orgánicos, inorgánicos o especiales y es importante separarlos en las diversas fracciones para depositarlas en los contenedores correspondientes.

La buena gestión de los residuos municipales depende de las posibilidades técnicas de recogida y tratamientos, pero también de la conciencia ambiental de la población en materia de prevención de residuos y de la recogida selectiva, para que el cuidado del medio ambiente no sea una mera cuestión de respetar normativas y ordenanzas cívicas, sino una forma normalizada de actuar y consumir.

Las principales fracciones de los residuos

La recogida selectiva de los residuos municipales es obligatoria y su gestión compete a los entes locales. Las formas más habituales de recogida son con manzanas de contenedores de las diferentes fracciones situadas en la vía pública -abiertos o cerrados con identificación- o sistemas de recogida domiciliaria, como lo lleva a puerta. Posteriormente, el contenido de cada contenedor se lleva a la planta de tratamiento correspondiente para su correcta gestión.

Las principales fracciones de la recogida selectiva de residuos domésticos son: envases ligeros, papel y cartón, vidrio, fracción orgánica (FORM), resto, textil y aceite de cocina usado.

Papel y cartón

Envases ligeros

Orgánica

Vidrio

Rechazo

Residuos textiles

Aceite de cocina

Papel y cartón

Envases ligeros

Orgánica

Vidrio

Rechazo

Residuos textiles

Aceite de cocina

Gestionar los residuos municipales implica diversas etapas como la recogida de los contenedores de las distintas fracciones, los tratamientos de recuperación de materiales y la disposición final de los residuos no reciclables. Las autoridades locales son las responsables de gestionar este proceso, mediante la instalación de contenedores de las diversas fracciones en la vía pública o la recogida a domicilio y se envían para que reciban el tratamiento correspondiente. Pueden utilizarse diversos métodos como el reciclaje de los materiales, el compostaje de la fracción orgánica, la valorización energética o el depósito controlado (en caso de residuos no reciclables o no biodegradables). Esta última opción, a pesar de ser muy habitual, es la menos respetuosa con el medio ambiente, ya que el proceso de degradación de los residuos enterrados emite una elevada cantidad de gases de efecto invernadero y se pueden producir filtraciones y contaminar el medio natural.

La actividad del sector de residuos tiene incidencia, directa e indirecta, en el medio ambiente. Por parte de los agentes gestores de residuos y administraciones, es esencial que haya controles exhaustivos y rigurosos para que los tratamientos tengan el menor impacto ambiental.

Es un proceso que consiste en la utilización y aprovechamiento de residuos sólidos o biomasa para generar energía. Este proceso se realiza a través de la combustión controlada de estos residuos en plantas o instalaciones especializadas, que utilizan tecnologías avanzadas para reducir el impacto ambiental de las emisiones resultantes de la combustión.

Además de la generación de energía eléctrica, este proceso también puede utilizarse para la producción de calor o vapor, que pueden ser aprovechados para procesos industriales o calefacción.

La valorización energética tiene varios beneficios, como la reducción de la cantidad de residuos que son enviados a vertederos, disminuyendo así el impacto ambiental y sanitario de estos sitios. Además permite aprovechar los residuos como fuente de energía renovable, contribuyendo a diversificar la matriz energética y reducir la dependencia de fuentes fósiles.

A la planta de valorización energética que explota SIRUSA llegan los residuos domésticos de la fracción resto y de limpieza viaria de las principales poblaciones del Camp de Tarragona, así como la fracción desperdicio de otras plantas de tratamiento de residuos.

Estos residuos corresponden a la fracción resta y, por tanto, deben depositarse en el contenedor gris, los residuos de limpieza —restos de barrer, estropajos gastados—; residuos de productos de higiene —pañales, compresas, sacapuntas de afeitar o palitos de las orejas—; colillas, chicles, etc.

En definitiva, se trata de todos los desechos domésticos y municipales que no se pueden recuperar ni reciclar de otro modo, que no tienen un contenedor específico ni se pueden tratar en el punto verde y, por tanto, deben eliminarse. Realmente, son pocos los residuos que no se pueden recuperar y debe acudir al contenedor gris de resto.

Las principales fracciones de los residuos

Una óptima valorización energética depende de los residuos que se incineran, al igual que depende de las emisiones que salen. Desgraciadamente, los residuos sólidos urbanos que llegan están compuestos por una mezcla muy heterogénea de materiales. Por ello, periódicamente se realizan caracterizaciones de una parte de las bolsas de basura que llegan de los diferentes municipios, que consisten en registrar la cantidad y variedad de residuos que no deberían depositarse en el contenedor gris. Estos análisis son útiles para conocer los hábitos del territorio.

Del mismo modo, a la planta de valorización energética llega la fracción desperdicio de otras plantas de tratamiento de residuos. Esta se compone de materiales impropios —que no corresponden a la fracción que se trata—, o productos tan dañados que no se pueden recuperar.

Los residuos que SIRUSA trata anualmente siguen un estricto y riguroso control del proceso, que comienza en la fosa y finaliza cuando las escorias y las cenizas se recogen y gestionan para poder ser reutilizadas o debidamente gestionadas.

Dades de 2022