Prácticamente cualquier acción humana tiene un impacto ambiental. Está claro que el impacto potencial de emisión de gases de efecto invernadero (GEI) aumenta cuando hablamos de procesos industriales, y el tratamiento de residuos no está exento. La primera consideración es obvia: evitar los residuos o minimizar su generación es clave para reducir las emisiones. Pero el residuo cero es todavía un objetivo difícil de conseguir, por lo que, mientras tanto, hay que procurar gestionar los residuos que sí se generan de la forma más respetuosa con el medio ambiente.
El concepto de jerarquía de gestión de los residuos presenta diversas fases que tanto industria como ciudadanía debe asumir para minimizar el impacto ambiental de los residuos. A grandes rasgos, se trata de la priorización de la prevención, minimización, reutilización, reciclaje, recuperación energética y, finalmente, eliminación. Puro sentido común.
El objetivo del presente artículo es divulgar los datos que se extraen del documento Instal·lacions de tractament de residus municipals. Fracció resta-rebuig. Sistema documental de residus. Informe anual 2021, publicat per l’Agència de Residus de Catalunya (en adelante, ARC). El análisis compara las emisiones de GEI producidas por diversos tratamientos de gestión de los residuos municipales de la fracción correspondiente al contenedor gris y los residuos descartados de las plantas de pretratamiento. El artículo no pretende determinar qué es «bueno» y qué es «malo», sino cuantificar el impacto de los procesos, partiendo de datos registrados de emisiones de GEI.
Concretamente en el apartado 3.4, huella de carbono de la gestión de la fracción resto.
“A partir de los factores de emisión globales considerando al mismo tiempo el tratamiento primario y secundario (gestión del rechazo) en Cataluña (2019), que incluyen los impactos directos (alcance 1) así como el impacto de la obtención de la electricidad ( alcance 2 ) se analiza las emisiones de GEI no emitidas a la atmósfera».
Tabla 13 del documento:
La fracción resta (o, simplemente, resto) engloba, concretamente, todos aquellos residuos que quedan una vez recogidas las demás fracciones, y puede contener materiales valorizables en diferentes cantidades en función de los niveles de recogida selectiva que se alcanzan para las demás fracciones . La fracción desperdicio corresponde a todos aquellos materiales que ya no se pueden aprovechar y que nos quedan una vez realizado el triaje de las otras fracciones.
El documento también recoge las emisiones que se pudieron evitar en los diferentes tipos de tratamiento que se dieron en Catalunya en 2021.
En las plantas TMB de Catalunya durante el año 2021 entraron 1.468.760 toneladas de fracción restante. De estas 434.239 toneladas fueron a plantas de valorización energética. Asimismo, en las plantas de valorización energética entraron otros residuos como fracción resto o bioestabilizado. En total en 2021 se valorizaron energéticamente 630.632 toneladas.
Teniendo en cuenta las entradas de fracción queda en las instalaciones de tratamiento mecánico y biológico en el año 2021 y que, por tanto, se ha evitado que estas toneladas fueran directamente a depósito controlado, ha habido un ahorro en las emisiones de 644.819 toneladas de CO2eq.
Así, se considera que ha habido un ahorro total a las emisiones de GEI de 708.396 toneladas de CO2eq. con el tratamiento mecánico y biológico de la fracción resto, la recuperación de materiales y la valorización energética.
El vertedero es el tratamiento con mayor impacto ambiental
Del documento publicado por la Agencia se extraen varias conclusiones. En primer lugar, que es necesario ser realistas y que, a pesar de que la prioridad debe ser minimizar la generación de los residuos, los que se produzcan se seguirán tratando y, finalmente, eliminando de las diversas formas existentes.
La fracción resto debe disminuir de forma importante. La reducción de la generación y la recogida selectiva de calidad son el objetivo ambiental más importante. Sin embargo, es necesario escoger aquellas tecnologías que presentan, cuantitativamente, un impacto menor.
En el balance de gestión además de las emisiones netas de cada proceso no pueden dejarse de considerar los ahorros de emisión que algunos suponen, ya sea por la recuperación de recursos materiales o energía, y que marca aún más las vías de gestión preferentes. En este caso, los datos muestran que la gestión de los residuos mediante el depósito en vertedero implica a una generación de GEI muy superior a aplicar políticas de prevención, de preparación a la reutilización, de recogida selectiva correcta, así como de la valorización energética.